La aromaterapia es un plus añadido a cualquier masaje pues potencia y prolonga el efecto del mismo ¡hasta en 4 horas! No obstante, es muy importante tener en cuenta el momento del día en que se aplica.
Cuando hacemos un masaje relajante por la mañana lo ideal es aplicar esencias cítricas, como el limón y la bergamota, que consiguen un resultado relajante a la vez que nos reequilibran emocionalmente y nos aportan alegría.
En cambio si lo hacemos por la noche mi esencia favorita sería la lavanda que no solo es antinflamatoria -por si hay alguna molestia, cansancio o dolor- sino que nos relajará profundamente induciéndonos al sueño.
Por su parte, el aceite de romero es muy eficaz en dolores musculares aunque teniendo precaución en personas hipertensas, sobre todo al atardecer.
Los aceites esenciales no solo actúan sobre la piel, favoreciendo el flujo sanguíneo, sino que también penetran por inhalación, activando nuestras emociones.
El olfato es el sentido que nos transporta directamente al subconsciente y siempre hago una valoración previa teniendo en cuenta los gustos, hábitos personales, familiares y otras circunstancias de la persona que recibe el masaje: una fragancia puede resultar agradable a unas personas y a otras les puede resultar cargante o desagradable; es muy subjetivo. Por ello la elección de cada esencia 100% natural es fundamental para que los beneficios sean los deseados.
El poder de la aromaterapia es tal que es capaz de cambiar nuestro humor, despertar emociones o evocar recuerdos que creíamos olvidados por eso es imprescindible crear un ambiente agradable y cálido, con música relax para que la persona se sumerja en una experiencia sumamente reconfortante e inolvidable.