En los últimos años cada vez más gente toma la iniciativa de hacer el Camino. Se puede hasta decir que «se ha puesto de moda» en muchos países de todo el mundo. Pero no siempre todos se preparan para un Camino tan especial.

Si eres de los que vas a hacer el Camino de Santiago por primera vez estos serían mis consejos profesionales para que tomes en cuenta:

Infórmate: con guías turísticas o libros especializados, con otras personas que lo hayan hecho ya, a través de documentales y películas…

Muchos peregrinos que vienen por primera vez creen que el Camino es un sendero, verde y llano, y luego se encuentran que cada etapa es diferente (como si tuviese vida propia) y donde se van sucediendo subidas pronunciadas, cuestas, terreno pedregoso e irregular, asfalto, zonas encharcadas, valles encajados en montañas alomadas (sobre todo al llegar a Galicia, donde tenemos mucha orografía) lo que obliga a adaptarse al terreno, con subidas y bajadas contantes, que si bien permiten disfrutar de unas panorámicas de ensueño son complicadas de realizar, sobre todo si ya llevamos muchos kilómetros a nuestras espaldas.

Por eso es tan importante que tengas la máxima información posible acerca del tiempo, el calzado y la vestimenta más recomendables, los alimentos y bebidas más necesarios que deberás ingerir, el peso que portarás en tu mochila, los kilómetros que vas a realizar por etapa y, no menos importante, las patologías que puedas tener en el momento de enfrentarte a esta aventura.

En cuanto al tiempo, debes tener en cuenta que Galicia es muy lluviosa, principalmente en primavera. Esto hará que te encuentres mucha humedad, sobre todo por la mañana temprano y por la noche, y puede llover en medio del bosque, donde no encontrarás nada para refugiarte, aparte de los árboles. Lleva siempre un impermeable.

Tampoco olvides una protección solar adaptada a tu tipo de piel, pues es posible que también el sol te acompañe a lo largo de muchas jornadas.

El calzado debe ser adecuado a tu pie. Nunca lleves calzado nuevo, sino usado (ya domado), que no te haga daño y que ya esté adaptado a tus pies. Que sea impermeable pero transpirable y suficientemente flexible y con agarre. Será tu mejor aliado, trátalo como tu mejor amigo. Tú eliges el Camino pero él te ayudará en tus pasos.

Hidrata tus pies cada día con una buena crema hidratante (mi recomendación es que uses Vicks Vaporub) para evitar que te salgan ampollas.

Cada día supondrá un gran esfuerzo muscular para el cual debes preparar tu cuerpo con estiramientos, al iniciar la caminata, cuando nuestro cuerpo empieza a entrar en calor. Si te paras a desayunar o a tomar un aperitivo es importantísimo que estires para evitar posibles calambres o que el músculo se quede agarrotado y que luego te impida reanudar la marcha, al inicio de la cual también debes estirar así como al final de cada etapa para relajar toda la sobrecarga muscular. Con ello, evitarás, o al menos limitarás, las temibles agujetas.

A veces las etapas son largas y monte a través. Por eso, no debes olvidar llevar siempre algo de beber. Mejor agua o alguna bebida que te aporte sales, sobre todo si hace calor. Nunca alcohol, pues te deshidratarías más, y algo de comer como frutos secos o fruta (el plátano es muy recomendable por su aporte en potasio y magnesio y la naranja, que te aportará vitamina C).

El equipaje debe ser ligero y solo con lo imprescindible. Realmente necesitarás mucho menos de lo que piensas. No llenes tu mochila de “por si acasos” que acabarán convirtiéndose en un lastre. En el caso de que finalmente el peso que decidas llevar exceda el 20% de tu peso corporal es mejor que contrates un servicio de transporte de equipajes.

Recuerda: debe ser un Camino para disfrutar, no para sufrir.

Te adentrarás por caminos de ensueño, como si estuvieses en un cuento de hadas, con una luz especial llena de misterio y ese olor a hierba fresca en plena naturaleza que engancha a todo aquel que lo hace por primera vez. Porque el que viene, sin duda, repite. Un Camino que nos aleja de nuestra vida cotidiana y que nos permite tomar conciencia de nosotros mismos, de quiénes somos, qué queremos en nuestras vidas y qué queremos desechar de ellas o simplemente el hecho de agradecer lo que ya tenemos habitualmente y no valoramos. Escuchar el silencio que habita en nosotros y disfrutar de los sonidos de la naturaleza… Todo ello nos hace reflexionar y nos permite sentirnos plenamente libres para tomar decisiones que seguramente en nuestra vida cotidiana no nos decidamos a tomar por sentirnos demasiado condicionados.

El Camino marca un “antes” y un «después”.

Por ello, creo que todos deberíamos dejar ir algo, negativo, que nos oprime y agarrar con fuerza algo, positivo, que nos ilusione, que nos motive y oxigene, para emprender nuestro Nuevo Camino tomando conciencia de nosotros mismos, de nuestra alma y nuestro ser.

A mí me gusta llamarlo el Camino de la meditación, de la reflexión, de la purificación y limpieza interior, que nos libera de esa “Mochila Emocional” que todos llevamos a cuestas en mayor o menor medida. Por eso, en el Camino, lo más importante es comer, beber y descansar para poder liberar nuestra mente y alcanzar el equilibrio físico y emocional.

Por último solo decirte ¡Ultreia!